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Hace tres décadas, Ove Joensen decidió completar 1.450 kilómetros a remo a través del Mar del Norte, desde su casa en las Islas Feroe, Dinamarca. Su persistencia lo convirtió en un héroe nacional.
Nolsoy es una isla pequeña y remota que emerge pronunciada de las frías y blancas olas del Atlántico Norte.
Parte de las Islas Feroe, situadas entre Islandia y Noruega, solo tiene una tienda, dos bares, 213 personas y ningún auto.
Pero en el piso situado por debajo de la oficina de información turística, tiene un barco de madera en el que vivió y murió un héroe nacional.
Ove Joensen nació en la capital de las Feroe, Torshavn, en 1948. Creció en Nolsoy, donde todas las casas tienen vista al océano.
Ove compró su primer barco de remos cuando tenía 12 años. Antes, dice su primo Hilmar, navegaba en barriles.
"Siempre fue un adventurero", dice Hilmar, que tiene ahora 67 años.
"Era muy valiente en todo lo que hacía, escalar acantilados, remar en el mar".
"Navegó desde una edad muy temprana, mientras nosotros nos quedábamos cerca de la orilla, él ponía rumbo al océano".
Aventuras
Cuando era adolescente, Ove trabajó como pescador con su padre. Con 17 años, fue cocinero en un barco; con 27, trabajó en el Pacífico Sur con la empresa de transportes Forbes.
Fue allí, en 1977, donde conoció aColin Quincey, el neozelandés que cambió su vida.
Ese año, Quincey se convirtió en la primera persona que remó desde Nueva Zelanda a Australia.
En un barco llamado el Tasman Trespasser, tardó 63 días y 7 horas en recorrer 2.670 kilómetros.
Para Ove, se había plantado una semilla. Mientras, había lugares que ver, gente a la que encontrarse y aventuras que disfrutar.
Desde Groenlandia a Fiji, Ove trabajó en barcos y conoció mundo. Como cualquier buen marinero, se divirtió al llegar a tierra firme.
Hay una foto de 1978 de un Ove sonriente tocando el acordeón en una playa de Fiji, rodeado de lugareños con los ojos como platos.
Seguramente había un vaso de whisky que no salió en la foto.
"Ove tenía mucha, mucha vida", dice Hilmar.
Ove se casó una vez, con una mujer danesa llamada Susana, en 1976, pero el matrimonio no duró. Tuvo tres hijos, uno de ellos con una mujer de Fiji.
El Diana Victoria
En 1984, Ove Joensen estaba preparado para hacerse un nombre. Inspirado por Colin Quincey, decidió convertirse en la primera persona que remaba 1.448 kilómetros desde las Islas Feroe hasta Copenhague.
Su objetivo era recorrer 48 kilómetros al día y terminar, dijo, besando a la Sirenita.
Se construyó para la travesía, en Torshavn, un barco de seis metros llamado Diana Victoria.
Tenía un compartimento para dormir (Ove no era muy alto) y espacio para agua, jugo de naranja y carne seca para un mes.
Ove se puso en marcha el 21 de julio, con la sola compañía de Jessica, un gato negro y blanco, cuyo nombre era el mismo de un yate en el que Ove había trabajado en el Pacífico Sur.
"Necesito tener a alguien con quien hablar", dijo Ove posteriormente en una entrevista. "Alguien vivo".
Una semana después de la partida, Ove había recorrido alrededor de 150 millas. Para ayudar a financiar el viaje, llegó a un acuerdo con un periódico danés.
A 75 kilómetros de Shetland, paró cerca de un barco para dejar tres carretes de fotos.
Tras subir al barco media hora para responder a una llamada, al volver se encontró con tres tablones estropeados en la popa.
Rescatado
Cuando Ove bajaba el ancla para dormir, el barco se llenaba de agua.
Incapaz de descansar, remó hacia tierra. Completó 74 kilómetros pero pidió ayuda a una milla del faro de Eshaness, en el noroeste de las Islas Shetland.
Según Kevin Henry, uno de los tripulantes de la lancha de socorro que lo rescató, "estaba en mal estado".
"Podría haber sido desastroso", recuerda Henry, que todavía trabaja como mecánico en la estación de socorro de Aith.
"Estaba completamente exhausto. En el barco se colaba agua. Estaba a 1,6 kilómetros de las rocas".
El rescate llegó a la portada del Shetland Times; la foto en el diario mostraba al rescatador y a Ove, con Jessica a salvo, en sus brazos.
Tras ser rescatado, Ove no tenía prisa por volver a casa. Se quedó con otro de los rescatadores, James Manson, y aprovechó lo que Shetland tenía para ofrecer.
"Se lo pasó bien allí", dijo Hilmar, sonriendo. "Se la pasaba sobre todo tocando el acordeón y bebiendo whisky".
Cinco semanas después de ser remolcado en Aith, Ove y el Diana Victoria volvieron a las Feroe en el ferry Norrona. Prometió volver a intentarlo al verano siguiente.
Segundo fracaso
El 25 de julio de 1985, Ove volvió a izar velas rumbo a las Feroe. Jessica había muerto, así que salió con otro gato, Miss Hvannasund, a quien Ove llamó así por el nombre del puerto en el que la había rescatado.
Un día se había encontrado con un hombre ahogando gatos en el agua allí.
El gato y Ove capturaron la imaginación de los medios.
El diario de las Feroe, Dimmalaetting, imprimió unas caricaturas: Miss Hvannasund en el barco, soñando con un sofá mientras ve por unos binoculares y Ove con los remos en la mano, pidiéndole que tenga paciencia.
Y realmente la necesitaba. Avanzaban poco a poco debido al mal tiempo. A Ove le llevó dos semanas llegar hasta Shetland y, cuando lo logró, los fuertes vientos le obligaron de nuevo a pedir un rescate.
"La segunda vez que lo rescatamos estaba en mucha mejor forma", recuerda Kevin Henry.
"Podría haber llegado a Copenhague".
El titular del Shetland Times, uno de los menos probables en la historia de los diarios, decía: "Nuevo rescate del remero y el gato de Feroe".
Por segundo año consecutivo, volvió a las Feroe en el ferry, golpeado por el reto que se había puesto a sí mismo.
Por fin, el triunfo
"Estaba dolido", recuerda el hermano menor de Ove, Ba. "Cuando volvió en 1985, se sentía mal. Sentía que la gente hablaba sobre él".
"Pero, aunque estaba dolido, no podía quedarse en casa", continúa. "Era demasiado orgulloso".
Así que en 1986 Ove lo intentó por tercera vez. Esta vez salió desde Nolsoy, en lugar de Torshavn, y –de manera crucial, pensó- salió cuatro semanas antes para intentar evitar el mal tiempo.
Esta vez no hubo gato. Según su diario sonoro, en algunos días su única compañía era una paloma curiosa. Para pasar el rato escuchaba la radio, a veces la BBC.
Con el tiempo favorable, Ove cortaba el agua. Pasó Shetland tras 11 días, Thyboron en Dinamarca occidental tras 28 días y Grenaa, en el otro lado del país, tras 37 días.
Finalmente, el 11 de agosto, 41 días después de partir, y dos años después de su primer intento, Ove llegó a Copenhague y besó la Sirenita.
Miles de personas se reunieron en puerto, muchos de ellos expatriados de Feroe con banderas de la Isla. Cuarenta personas llegaron desde Nolsoy.
La llegada fue mostrada en televisión y Ove llegó a las portadas de Dinamarca y las Feroe.
El alcalde de Copenhague le dio una copa de 26 kilos, que todavía está en una esquina de la casa de Ba.
Ove logró llegar finalmente a las Feroe, en ferry, el 21 de septiembre. Tras una noche en Torshavn, fue a Nolsoy, donde le esperaban 2.000 personas.
"Pensó que podía hacer mucho dinero, pero él no era así", dice Hilmar.
"No podía gestionar el dinero. Si tenía algo, lo compartía contigo".
El recuerdo
Tras la euforia, Ove volvió a su vida normal: navegar, tocar el acordeón.
El 24 de noviembre de 1987, tras una noche en el pueblo de Runavik, en las Feroe, decidió remar los ocho kilómetros que le separaban de Nolsoy. Fue el último viaje que hizo.
Su cuerpo fue encontrado en el agua dos días después. Tenía 38 años.
Tenía un moretón que sugería que se había puesto de pie en el barco y había resbalado y caído inconsciente en el océano.
Ove está enterrado en un pequeño cementerio a las afueras de Nolsoy, con vistas al mar.
En Nolsoy se celebra un festival que lleva su nombre. Cada año a principios de agosto, Obastevna celebra su vida y recauda dinero para construir un polideportivo que llevará su nombre.
"Hay música, baile, comida y bebida", dice Hilmar. "A Ove le hubiera gustado".
En 1986, tras la llegada triunfal a Copenhague, un estadounidense le ofreció a Ove dos millones de coronas (unos US$310.000) por su barco. Las rechazó.
Así que, 29 años después, el Diana Victoria continúa debajo de la oficina turística de Nolsoy, un monumento a un remero que vivió, soñó y murió en el agua.
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